Generalmente las poesías y los poemas nos han dado a entender que su virtud se encuentra en los sentimientos que la promueven, en aquellos dolores o alegrías que se han convertido en musas inspiradoras.
De todas maneras, siempre existe alguien que además de la parte más emocional de la escritura, se centra en las cuestiones más mundanas y sencillas, como esta; “Costumbres Estúpidas”.
Es increíble la cantidad de costumbres ridículas, estúpidas, molestas, que ha adquirido el ser humano a lo largo de su evolución.
Cada mañana, veo a la gente correr cuando la puerta del autobús ya se ha cerrado y agitar su mano, claro, el huracán que provoca este movimiento detendrá seguro el vehículo.
Ahora bien, mi costumbre favorita es la comprobación del vacío en un envase con cara de escepticismo. Porque si el bote es transparente, es obvio que no queda nada dentro... pero, ¿y el bote del cacao en polvo?
Claro que, lo más divertido es ver cómo se acaban los cereales o la leche justo antes de llenar tu bol.
¿Nunca habéis agitado varias veces el brik con cara de desesperación recién levantados? Equivale, más o menos, a descubrir que se ha acabado el papel higiénico cuando has terminado.
En definitiva, el desarrollo de manos, brazos, piernas y pies han posibilitado que pueda reírme cada mañana observando cómo seguimos siendo primates costumbristas más animales que estas pobres especies.
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